Eugenia Gallego no tenía ni la más mínima intención de crear una marca de cosméticos. Esto empezó por una necesidad personal. Algo tan simple como encontrar un labial que no estuviera cargado de ingredientes tóxicos como los que abundan en el mercado.

Desde niña, siempre le habían fascinado los bálsamos de frutas. Pero claro, en aquellos tiempos, todo lo que había en el mercado era artificial. Esos colores llamativos, esos aromas que prometían, pero que al final no eran más que un montón de nombres raros en la etiqueta.

Un día, allá por 2019, mientras trabajaba en salud, decidió que ya estaba harta. Se puso a buscar alternativas. YouTube, blogs, gente que hacía sus propios cosméticos naturales… Lo que encontrara. Hasta que un pensamiento se le cruzó por la cabeza: ”¿Y si hago algo yo misma?”

Hizo su primer labial. Con ingredientes que podía pronunciar. Se lo dio a sus amigas para que lo probaran. Y pasó lo que tenía que pasar. Les encantó. Pero no se quedaron ahí. La empujaron: “¡Esto tenes que venderlo!”.

Y lo vendió. Ahí empezó todo.

Lo que empezó como algo personal, se transformó en una marca que, hoy, crea kits completos para cuidar la piel. Sin químicos innecesarios. Sin cosas raras. Solo lo que realmente funciona y te hace sentir bien.